martes, 22 de abril de 2014

Diálogo y Discusión I

Ciencia es todo aquello sobre lo cual siempre cabe discusión.

José Ortega y Gasset (1883-1955)


Aquí voy a hablar de varias obviedades. Como suele pasar, que algo sea obvio no significa que todo el mundo lo sepa, o que todo el mundo lo tenga presente en el momento adecuado... Y como hablo de la esencia de una discusión, esto se vuelve más espinoso.

Discusiones emocionales


Para empezar, cuando se inicia una discusión, la mayoría de las veces al menos un bando no tiene la más mínima intención de escuchar al otro. La discusión se limita a una exposición de armas, de tanques, una cabalgata de insultos, gritos o reproches acumulados con el tiempo, hacia una persona o ideología en concreto. Otras veces (cuando no las mismas), hay un bando que calla y opta por pensar la lista de la compra mientras el otro desarrolla sus razonamientos.

Todo esto es por una simple razón, aquí no hablamos de un diálogo, sino de una lucha de ego. Si el bando que no está interesado en razonar consigue ganar la batalla de reproches, falacias y gritos en el primer asalto, perfecto; si no, aguantará lo justo como para dar la sensación de que ha habido un intercambio de retórica, dará la razón o negará el punto de vista del contrario con desgana y marchará a su casa con la misma sensación que cuando se vuelve del cine tras ver una película regular que olvidas antes de abrir la puerta de casa.

Lo peligroso en esta discusión es que este bando (o todos) pueden comenzar y comenzarán si es posible ofreciendo argumentos racionales o pseudoracionales (o falaces, directamente), porque en el fondo saben qué argumentos son o parecen racionales y qué argumentos son emocionales o insultos y porque saben que un argumento bien fundado le dará puntos al principio. Si el bando contrario no ha encontrado una refutación a este argumento base, o su refutación tambalea, basta con rodear todo insulto y reproche alrededor de este argumento para conseguir la endorfina de victoria requerida.

Otro punto interesante es que no le interesa con lo que puedas contribuir a la discusión. Ese bando ya sabe que tiene razón, no espera que le des la razón o que se la quitas, de hecho no espera nada excepto hundir tu refutación. Las refutaciones que puedas construir contra sus argumentos serán despreciados, aquí pensarás "si tanto le importan sus razonamientos, y le construyo otro razonamiento siguiendo la misma lógica que el suyo, ¿por qué lo ignora?", sencillo, lo ignora porque no le importa la lógica ni el argumento, sino ganar, y razonando no se gana, porque en un diálogo racional, en una argumentación, en una discusión formal, no se gana, se crecen ambos bandos y se genera y comparte conocimiento.

Diálogo argumentativo, nivel prehumano
Y es que así se puede diferenciar un diálogo o una comunicación constructiva de una pelea callejera (retóricamente hablando) o diálogo destructivo, se busca ganar pase lo que pase, y esto conlleva ignorar argumentos o darles la vuelta, lo cual conlleva, por último, que pase lo que pase, el bando interesado se pensará ganador, porque si no tienes en cuenta la lógica en una discusión enmascarada de lógica, puedes pensar que sí es no o que ganar es perder o que verdadero es falso, darte una palmada en el pecho y retirarte satisfecho de la cara de imbécil que le has dejado el pobre diablo que ha intentado argumentarte racionalmente.

¿Qué hacer?


Entonces, ¿qué puedes hacer si tienes enfrente a alguien que empieza a discutirte por la sencilla razón de que en su interior sabe que ha ganado (una teórica discusión mental consigo mismo respecto a tu punto de vista) pero quiere demostrártelo por la fuerza? Es sencillo, nada.

Si entras en su juego y comienzas a razonar alrededor de sus argumentos... mal. No le interesa que hagas eso, se cabreará y se enojará. Esos argumentos sólo los ha dado para ofrecer aspecto lógico y formal a la destrucción masiva que está preparando; realmente no le importa si son refutables o no, sencillamente se los ha repetido día y noche para convencerse de que si los acompaña de suficientes reproches, te ganará la guerra y también una copa de oro como las de tenis y algún sobrecillo de azúcar de regalo.

Si no argumentas racionalmente, la discusión acabará en pelea llana (bien a insultos y reproches, bien a puñetazo limpio) en tiempo récord.

Hagas lo que hagas, ese bando ha ganado. De puertas para adentro ya ha ganado, está ganando y ganará, incluso en el presente eterno del Álungar, está ganando siempre, desde los orígenes hasta el fin del universo. Se construye un pensamiento circular y todo con lo que intentes contribuir a la discusión alimentará aún más esa retroalimentación, sustentando su tesis. Lo único que puedes intentar es dejarle claro que aunque haya ganado, tú no has perdido, pero esto ya es una sutileza mental que está por encima de las posibilidades de este blog.

Suerte con las personas, ideologías o religiones que saben que ya han ganado antes de dirigirte la palabra, pero sobre todo, cuidado con vosotros mismos, todos hemos hecho eso alguna vez y lo seguiremos haciendo si no hacemos nada al respecto.

jueves, 10 de abril de 2014

Escepticismo y Levulosa

 Escepticismo...

Levulosa en un cenicero (¿?)
Hace dos días publiqué un artículo en que relataba la historia, peligros y usos de la levulosa, un producto químico artificial supuestamente usado por la industria alimentaria para producir en los consumidores una dependencia fisiológica y posibles daños letales en caso de parar su consumo, a través del proceso de levulación. Todo esto puede verse aquí: Levulosa ~ [Alerta I].

Os contaré la reacción que tengo siempre al leer un artículo con las características del de la Levulosa... Se resume en un par de acciones que no llevan más de 3 segundos: hago Ctrl+T para abrir una nueva pestaña, escribo 'levulosa', hago intro y abro el primer enlace.

No estoy hablando de una labor de investigación y documentación intensa o pesada. No estoy hablando de conocimientos extensos en química orgánica ni de doctorados o graduados. Hablo de simple curiosidad y escepticismo... Habrá gente que no se haya leído el artículo anterior y por tanto no le importe investigar sobre ello pero la pregunta es, sinceramente, ¿cuántos de quienes lo han leído y han sentido el picotazo de "esto parece serio..." han empleado como mínimo esos 3 segundos para contrastar mi artículo?

Y es que las señales que indican que el artículo es pura bazofia abundan a todo lo largo de su incoherencia. Si se habla de un tal Dr. Mario Witiza y Nature, ¿dónde está la referencia a su artículo? ¿O sólo mencionarlo ya se da fuerza al conjunto? Si es un agente tóxico (utilizado en la guerra) en la primera mitad del artículo, ¿por qué es sólo tóxico cuando se deja de consumir en la segunda mitad? Pero a ver, ¿se analiza en 5 o en 4 laboratorios de todo el mundo? ¿Por qué las etiquetas del artículo son Ironía y Magufo?

Aparte de todo esto, aunque es obvio que nadie que haya leído el artículo iba a alarmarse lo suficiente, sobre todo en mis círculos, ¿cuántas de las personas a las que le podría haber llegado se habrían alarmado si hubiese escrito el artículo para ser mucho más creíble?

Yo mismo he caído en trampas parecidas, seguramente generadas por alguien que las creía en verdad. He compartido noticias falsas y después rectificado mi opinión tras no más de 5 minutos (siendo muy generoso) de googlear. Sí, he sido muy generoso, la mayoría de los bulos con que me encuentro requieren menos de 3 minutos...

...y Levulosa

Empecemos por lo menos obvio. La levulosa existe. Es un isómero de la dextrosa (glucosa). La dextrosa es dextrógira (al ser asimétrica, se hace una distinción según el sentido respecto de las agujas del reloj, por ejemplo) y la levulosa es equivalente en formulación, pero levógira (contraria al sentido de las agujas del reloj).

Y aquí el gran secreto. A la levulosa la conocéis ya todos como fructosa. El azúcar común es simplemente una unión de glucosa y fructosa. Así que con cada café que tomáis ya estáis ingiriendo levulosa. Por descontado, aparece en la fruta...

¿Sus efectos? Bueno, tiene una relación complicada con la diabetes y la obesidad, pero poco más.

¿Por qué todo esto?

No negaré que se trata sólo de un experimento, pero un experimento en dos vías. La primera, para comprobar quiénes de los que lo lean han podido reaccionar escépticamente, buscando información sobre la levulosa donde fuera. La segunda vía es precisamente las acciones y pensamientos que pueda tener un lector de ese artículo. ¿Siente curiosidad por ver si es verdad? ¿Se ríe de mi artículo porque ha detectado el nombre 'levulosa' o reconocido la fórmula o el esquema de la infección de los linfocitos por el VIH (véase más abajo)? ¿Se ha preocupado al principio y luego ido a responderse si es verdad o no?



No pretendo instruir a las masas de una filosofía concreta, o ser una especie de maestro ni nada por el estilo. Lo único que pretendo es demostrar la necesidad real que tenemos del escepticismo. El escepticismo es el único camino que tenemos hacia el conocimiento real. Personalmente creo que es tanto o más valioso dudar de lo que sabemos que aprender cosas nuevas.

¿Cuánto de lo que habéis aprendido desde que nacisteis ha resultado ser mentira? La creencia en la democracia, en la Constitución, en Dios, en los Reyes Magos, en Papá Noel, en el "si quieres, puedes", en la igualdad de género, en el cáncer que provocan los imanes de nevera, en el modelo atómico de Dalton, en el ratoncito Pérez, la teoría de los sabores y los puntos de la lengua... la lista es casi infinita. ¿Cuánto conocimiento inútil podríamos haber desechado de nuestra cabeza si hubiésemos aplicado el escepticismo en su debido momento?

Una vida escéptica no es más vacía o fría, porque estar acompañado de mentiras sí que es vivir una verdadera experiencia vacía del conocimiento.

martes, 8 de abril de 2014

Levulosa ~ [Alerta I]

ALERTA ALIMENTICIA

Recientes investigaciones, como la llevada a cabo por el Dr. Mario Witiza en 2013 y publicado en Nature, indican que ha aparecido un nuevo compuesto químico artificial en la industria alimentaria. Dicho producto se lleva usando varias décadas sin ningún tipo de reparo ni control en muchos campos de esta industria, aunque en realidad las empresas matrices son sólo unas dos (cuyo nombre no escribiré por aquí pero que algunos pueden estar ya pensando).

A este compuesto se le llama (3S,4R,5R)-1,3,4,5,6- pentahidroxihexanona, aunque en la industria química militar y en la alimentaria se le conoce mejor como agente ZR-314 o levulosa  El compuesto fue descubierto por USA en los años de la guerra fría, en su búsqueda de un agente nocivo con el que poder rociar los sobres cebo con información confidencial, es decir, sobres que no debían ser abiertos y que aun así sabían que algunos dobles espías abrirían. Los síntomas que acarreaba este agente en los desgraciados que lo inhalaban van desde vómitos y diarrea hasta hemorragias intestinales severas, con reportados casos en que aparecían pequeños nódulos tumorales en los pulmones por haberlo respirado.

Cuando acabó la guerra fría, los lobbies de la alimentación americanos se apropiaron de la patente del ZR-314 por presión política y consiguieron introducirlo indiscriminadamente en productos como leche pasteurizada (proceso que desde que fue corrompido por ellos añade levulosa para eliminar la microfauna natural e inocua de la leche para hacerla más cara), bollería industrial, alimentos fritos procesados (desde patatas fritas hasta kikos, pasando por pringles), carne procesada para las hamburguesas de un par de famosas cadenas de "restaurantes" de comida rápida... y un largo etc.

¿Por qué le echan la letal levulosa, comparable al ántrax, a todos estos productos? Fácil. Durante los experimentos limitares con la levulosa, se descubrió un efecto secundario sobre los cerebros de los afectados. Apareció una débil dependencia física a nivel neuronal por la levulosa, debido a que este producto artificial levulaba las células neuronales químicamente.
Ciclo de levulación de ZR-314 en una neurona sana.

La levulación consiste en la sustitución de ciertas partes de la estructura de las neuronas por unas cadenas de enantiomeros provenientes de la levulosa. Con el tiempo, los enantiomeros se descomponen por la propia célula y ésta se vuelve inservible porque ya no puede reparar este hueco, por lo que busca más levulosa con que repararse, iniciando un ciclo sin fin, ya que el usuario comprará más productos con levulosa para cubrir la cada vez más fuerte dependencia de ella (muchas veces el usuario confundirá dicha dependencia con hambre común).

Esta dependencia ha ido consolidándose durante décadas sin que nadie notara nada, hasta que en 2012 una mujer de mediana edad, M. A. (omito el nombre completo porque la causa judicial aún tiene secreto de sumario), de Reino Unido, dejó de consumir productos de una conocida marca de alimentación suiza, conocida por sus compuestos artificiales derivados del café para hacer bebidas solubles, té helado, etc. A las pocas semanas, sus neuronas degeneraron rápidamente, liberando la levulosa que había permanecido fijada a ellas y desencadenando el infierno que sólo han conocido hasta ahora los dobles espías de la guerra fría. Por desgracia M. A. falleció y ahora su marido J. R. R. lucha por conseguir justicia.

¿Qué podemos hacer? La acción más contundente es siempre la mejor. Boicot absoluto a todas estas empresas (Mercadona con su línea de alimentos sin gluten, que sin embargo contienen levulosa..., Nestlé, McDonalds, Burguer King, CocaCola Co., y todos los asociados a la multinacional matriz Heimer Co., que controla buena parte del lobby alimentario de america). Pero recordad que no debemos dejar de golpe de consumir sus productos, porque nuestro cuerpo se ha vuelvo inmune a la toxicidad de la ZR-314 a costa de ser adicto a ella; para no sufrir sus efectos adversos hay que dejarla poco a poco. No compréis más productos que la contengan pero, de lo que os quede, racionadlo con cuidado (por ejemplo, una cucharadita de nescafé por cada comida, es decir, tres al día) para que la levulosa se vaya eliminando del cuerpo lentamente. Sin embargo, jamás inhaléis (o esniféis) estos productos (ya sea en su forma gaseosa o en polvo).

Además, otra razón para el boicot es que no es posible demostrar que una empresa dada haya dejado de introducir levulosa en los alimentos, porque su detección sólo es posible en 5 laboratorios de todo el mundo, que no podrían dar abasto a la necesidad de auntenticación de las cantidades de levulosa en sus productos. Esto es así porque la levulosa se reviste en laboratorio, por métodos artificiales, de una serie de compuestos químicos más sencillos que la camuflan (desde el punto de vista de los análisis y de las defensas del cuerpo) como si fuera una sustancia inocua. Sólo estos 4 laboratorios pueden romper esta envoltura (envoltura policíclica levógira) y descubrir el secreto mortal.

Si has leído esto, compártelo y difúndelo, porque un poco de prevención HOY te salvará la vida MAÑANA.